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Dos bellas jóvenes desnudas


No es muy habitual en Madrid encontrarte mujeres con los pechos al aire –salvo en alguna piscina o que te cruces con una manifestación de Femen–, pero en la calle Meléndez Valdés dos atractivas jóvenes desnudas observan a los transeúntes desde hace un siglo.

No podemos conocer la reacción del poeta, jurista y político extremeño Juan Meléndez Valdés, afrancesado que murió en el exilio galo, si hubiera sabido que en la calle a la que da nombre, dos bellas y sonrientes cariátides de senos precipitados y amplias caderas, enlazadas con repletos racimos de uva, vigilan quien entra o sale del inmueble que ostenta el número 13.

El porqué de estas ninfas, musas o simples amigas del escultor se desconoce, porque poco o casi nada se sabe de este edificio del castizo Chamberí. Puede que sea una de las muchas casas construidas para el Ensanche de Madrid, destinada a vecinos de clase media, que posteriormente fue reformada y redecorada –incluso también ampliada- hacia 1910 por un anónimo autor que quiso dejar su impronta modernista.

Para ello, el desconocido arquitecto incorporó a la fachada del edificio una variedad de adornos decorativos del mundo vegetal, animal o humano –esas dos cariátides sonrientes y desnudas que sostienen las ménsulas de la balconada principal–, además de esgrafiados verticales y balcones con filigranas geométricas, a los que ahora sus nuevos moradores han añadido tiestos, carteles de se vende y bicicletas.

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