top of page

Ponga un Escher en su fachada


Si algún domingo vas al Rastro en metro hasta Tirso de Molina, pierde unos minutos en acercarte a final de la calle Conde de Romanones, sólo hasta el número 14. Seguro que merece la pena porque su curiosa fachada te seducirá, asombrándote de que la imaginación no sólo produce monstruos.

Y es que hace algunos años, en 2006, los propietarios del decano inmueble decidieron hacerle un lavado de cara –y de tripas– para convertirlo en un edificio de alquiler con nombre de artistas. Sorolla, Durero, Goya, Dalí o Botero, entre otras figuras del arte, son los elegidos para ofrecerte apartamentos turísticos de uno a cuatro dormitorios. Pero para la fachada, en una ingeniosa e imaginativa vuelta de tuerca, optaron por alguien menos tradicional. Y todo el frente del edificio es un gigantesco homenaje a Maurits Cornelis Escher –inclasificable creador holandés más conocido como M. C. Escher– muy reconocible pero poco conocido y famoso por sus figuras imposibles, sus ilusiones ópticas y sus mundos imaginados.

El encargo fue para Julio Barbero Moreno, maestro de la tradicional técnica del mortero de cal, quien cubrió casi toda la fachada con una adaptación de la obras de Escher 'Desarrollo I' y ‘Metamorfosis II’. Y lo que, en un principio y a la altura de la segunda planta, aparenta ser un ajedrezado verde y blanco se va transmutando alrededor de los balcones con fraileros, a medida que alzamos la vista hacia los pisos superiores, hasta convertirse en pequeños lagartos enlazados.

Una sorprendente transformación, conseguida mediante el esgrafiado a la catalana –delicada técnica decorativa que en Madrid apenas aplicaron solo los modernistas– que consiste en superponer dos tipos de estucos para tras rascar la capa superior, siguiendo un dibujo previo, dejar a la luz el estuco inferior de diferente color y/o textura.

Pese a ser un visionario, seguramente, M.C. Escher nunca imaginó que sus obras pudieran decorar la fachada de un edificio en pleno barrio de Embajadores. Pero es que como dice Julio Barbero, su autor, “cuando el diseño se une con la artesanía, no hay límites”. Y su trabajo ahí sigue, sorprendiendo y asombrando –por suerte– cuando alguien lo descubre porque “asombrarse es la esencia de la vida” como el propio M. C. Escher aseguraba.

Entradas anteriores

Etiquetas

bottom of page