Un Quijote en la fachada
Casi quinientos años después de su muerte, Miguel de Cervantes, nuestro literato más universal, por fin ha podido 'estrenar' tumba. "Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616", reza la placa conmemorativa del monumento recién inaugurado en la iglesia de San Ildefonso del convento de las Trinitarias. Este nuevo reconocimiento al Príncipe de los Ingenios se une a los más de una docena de Cervantes -estatuas, relieves, medallones o azulejería, sin contar lápidas, calles o placas conmemorativas- que tachonan Madrid. Porque este alcalaíno universal es, sin duda, el personaje más homenajeado en nuestra ciudad.
Pero, además de los múltiples homenajes oficiales, son varias las iniciativas populares que, de una u otra manera, honran también la memoria del autor del Quijote. Una de éstas es la que alguien –no he conseguido saber ni quién ni por qué– decidió dedicarle en un modesto edificio en la calle Juan Álvarez Mendizábal 81.
El inmueble, levantado en 1940, en sí no tiene un atractivo alguno. Construido con modestos materiales y remozado no hace mucho, tras un trágico incendio, algo llama la atención en sus muros laterales si levantas la cabeza. Don Quijote, Sancho Panza, Dulcinea, los molinos o Rocinante, por encima de ventanas y balcones, se asoman a la estrecha calle y relatan someramente las aventuras del hidalgo personaje.
Son 72 pequeñas piezas de cerámica –¿talaverana? aunque no parecen firmadas– en grupos de 6 baldosines, decorados con técnica de cuerda seca y enmarcados con una cenefa cerámica vidriada, que reproducen conocidas escenas del Quijote. La lucha con los molinos, el manteo a Sancho, la liberación de los galeotes o la muerte de don Alonso son algunas de las escenas –aunque apenas se vislumbran por lo exiguo de su tamaño y la altura a la que se encuentran– que, cual comic para niños, nos acercan a una de las cimas de la literatura universal.
Pero no es este edificio el único que en Madrid rinde homenaje al Príncipe de los Ingenios. Hay otro en el Paseo de las Acacias, una edificación de mayor altura y fachada que también reconoce la obra cervantina. En ella, multitud de azulejos, agrupados en dos o cuatro piezas, reproducen también escenas del Quijote, la mayoría dibujadas en una única baldosa. Todas ellas junto con otras de mayor tamaño, realizadas en cuatro azulejos, cubren la fachada rodeando un elemento central, el retrato de Cervantes, que reproduce el conocido cuadro de Juan de Jaúregui.
Y aún hay más. Porque en Madrid también tenemos un restaurante temático en la calle Leganitos, otro Quijote, mucho más sucinto, en la puerta del centenario establecimiento Antigua Casa Talavera en la calle Isabel la Católica, un portal de quijotesca cerámica en la calle Serrano Jover, retratos cerámicos en fachadas de varios bares y alguna otra tienda, amén de las cafeterías, tabernas, restaurantes o librerías bautizados con su nombre o el de alguno de sus personajes.