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7 de julio y no es por San Fermín


7 de julio

La calle se llama del 7 de Julio pero nada tiene que ver con San Fermín. Ni siquiera hay ningún toro ni pañuelo rojo en su escaso recorrido entre Mayor, calle, y Mayor, plaza. Sólo al fondo, allá en lo alto, sobre el arco que se abre a la Plaza, llaman la atención dos ángeles trompeteros que señalan una lápida que reza: “A los héroes / del 7 de julio / de 1822”. ¡Andá!, pues va a ser por éstos lo del nombre de la calle. Pero ¿quiénes fueron esos héroes y qué hicieron un 7 de julio para que se les dedique calle y monumento?

Aquellos héroes fueron los miembros de la Milicia Nacional –cuerpos locales armados, formados por ciudadanos– que defendieron el orden constitucional tras la sublevación –inspirada por el propio rey Fernando VII– de la Guardia Real y parte del ejército. Y tras varios días de asonada militar, el 7 de julio, los batallones golpistas avanzaron hacia la Plaza Mayor para tomar el Congreso, pero allí la Milicia –paisanos y burguesía progresista liderados por algún general– les hizo frente, les puso en fuga y les pasó a cuchillo, logrando evitar el golpe de Estado. Gracias a ellos, La Pepa, la Constitución de 1812, y su régimen liberal pudo continuar un año más, hasta que al rey felón invitó a los Cien Mil Hijos de San Luis para volver a someter a la nación al más oscuro absolutismo.

Algunos años después –muerto ya Fernando–, el ayuntamiento decidió inaugurar un monumento conmemorativo, coincidiendo con el aniversario de la revuelta, en la calle de la Amargura, sobre el arco de acceso a la Plaza Mayor. Tras ciertos problemas económicos, el evocador conjunto quedó formado por una placa rectangular con inscripción “A los héroes / del 7 de julio / de 1822” pintada en negro. Coronada con laurel en bronce, está unida con un lazo del que cuelga un libro con el título “Consti / tución / políti/ ca de la / monar / quía es / pañola / aprobada / en Cádiz / 1812”. La lápida, que se sujeta sobre cabezas de león, está escoltada por dos ángeles trompeteros –ángelas a juzgar por el altorrelieve– que simbolizan el inicio del Juicio Final y anuncian la Resurrección.

Para completar el homenaje, poco después cambiaron también el nombre de la vía que pasó de ser de la Amargura a calle del Siete –en el nomenclátor oficial, porque en la placa el 7 está con número– de Julio. Benito Pérez Galdós, aún fue más allá e inmortalizó el histórico día en el quinto tomo de sus “Episodios Nacionales”, cuyo nombre es precisamente “7 de julio”.

Aquella Milicia Nacional, en la que militaban los héroes de aquel triunfo liberal, subsiste aún hoy en la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, entidad nacida en 1839 como mutualidad asistencial. Y cada 7 de julio los puedes volver encontrar bajo el monumento, recordando a sus antiguos camaradas, aunque sea San Fermín.

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